La crisis sanitaria surgida a raíz del COVID-19 ha propiciado cambios irreversibles en el
proceso de
un aprendizaje más personalizado y un cambio en el rol del maestro, entre otras cuestiones:
debilidades en el alumno para enfocar el aprendizaje hacia el desarrollo del potencial. Esta situación,
supone un sobreesfuerzo del equipo de maestros para aumentar su número y así reducir el ratio de
estudiantes por clase.
Adoptar un enfoque combinado entre materias. Así, cada vez es más necesario abordar conocimientos de
diversas materias de forma conjunta para lograr aplicación práctica de los conocimientos adquiridos.
Evaluar de forma distinta. El cometer errores, o suspender, debe provocar reacción en el alumno, pero
también en el profesor. Así, los fallos cometidos, deben ser interpretados como
oportunidades para
aprender, para mejorar en el estudiante; en caso del docente, se deben promover distintos enfoques para
transmitir conocimientos o experiencias.
Enfocar carencias y necesidades del alumno/a. No todos los niños y niñas parten del mismo nivel social,
económico y cultural; es necesario una conexión entre la escuela y las familias, para
implicar a los padres
en la formación de sus hijos. Camino para un nuevo modo de enseñar.
Aprovechar los espacios digitales para todos. En este sentido, hay que facilitar tutorías y formaciones
específicas para hacer accesible los recursos tecnológicos.
Formar profesionales en el ámbito digital. Los nuevos puestos de trabajo, de acuerdo a la Unión Europea,
necesitarán profesionales con habilidades en el mundo digital; es imperativo ofrecer una preparación para
ello.
Ayudar a los niños y niñas a ser mejores personas. Según Howard Gardner, si no alcanzamos una ética
común que transcienda al individuo y a los países, el mundo como lo conocemos no sobrevirá. Así, hay
que formar ciudadanos en cuestiones laborales y de ciudadanía.
Para lograr el desarrollo integral de los alumnos/as, es necesario
educar en emociones. Así, cualidades de
justicia, integridad, honestidad, gestión de la frustración, afán de superación, autocontrol, paciencia,
prudencia, iniciativa, persistencia, etc. es un factor clave. Para construir una sociedad más humanizada, se
debe trabajar la inteligencia emocional de los más pequeños.
Escuchar y valorar las inquietudes de los estudiantes, para poder asesorarlos, apoyarlos y guiarlos. Antes
de enseñar a los alumnos/as a
resolver problemas
es vital mostrarles por qué han de resolverse. Así,
aprenderán a identificarlos y resolverlos ellos mismos, despertando su curiosidad y autoreflexión.
Finalmente, para la
nueva educación
se necesita educar sobre el mundo digital y crear leyes consensuadas
entre los agentes educativos para un nuevo currículo. Para ello, hay que reducir la burocracia que
entorpece la didáctica, potenciar herramientas online gratuítas y mejorar la calidad y remuneración de los
maestros. Sin un aumento significativo de la inversión en educación, que mejore la forma de evaluar al
alumno, la consecución de habilidades del S. XXI será una quimera. Camino para un nuevo modo de
enseñar.
escuelas piensan la nación avanza”. En ella, con el uso de manipulativos se logra la comprensión en lo
metología desarrollada en este país y que se ha extendido a nivel mundial, ocupando sistemáticamente los
primeros puestos en PISA.